El uso de recipientes de piedra en contextos rituales es una de las características de la cultura Mayo Chinchipe. En su faz externa aparecen a menudo figuras grabadas en alto relieve, con un estilo muy naturalista, cargado de símbolos que aluden a una ideología poderosa propia de la selva tropical. Sin embargo su uso no es exclusivo a la región del Chinchipe. Se conocen ejemplos similares tanto en la costa como en la sierra del Ecuador y del Perú. Cuencos y morteros de piedra, con una iconografía particular, se difundieron a través de los Andes desde el 5000 AP. Emil Peterson pensó que desde épocas tempranas pudo haber existido una esfera de interacción, ligada al intercambio de conchas marinas entre costa, sierra y oriente, en la que la producción y uso de recipientes líticos finos era un aspecto importante en un contexto ceremonial común (Peterson, 1984). Entre otros ejemplos de sitios con recipientes de piedra con grabados hay que mencionar a Valdivia (3500-2000 aC) y a Cotocollao (1800-500 aC), en la costa y en la sierra norte del Ecuador. El caso del sitio Huyaurco, en la amazonía norte del Perú, forma parte de la tradición del Chinchipe y es contemporánea con los ejemplares conocidos en varias partes de las provincias de Zamora Chinchipe y Loja (Valladolid, Palanda, Isimanchi, Amaluza, Catamayo, etc.) Es probable que estos recipientes estuvieron ligados a la preparación y/o al consumo de alguna sustancia especial, utilizada como un elemento importante dentro del contexto de prácticas rituales o ceremoniales.

Un factor que debe resaltarse es el tipo de materia prima que se utilizó para los distintos elementos, pues en la elección entraban criterios como el color, la textura y la dureza de la piedra. El trabajo de preparación del soporte, el pulido y el grabado mismo es una actividad lenta y minuciosa que requiere de un cierto grado de adiestramiento, por lo que se puede considerar que fue ejecutado por especialistas, que conocían las propiedades de las distintas variedades de los minerales, y muy probablemente el lugar de su obtención. El trabajo de estos recipientes es excepcional, tanto en el plano tecnológico, como en el estilístico. Esto resalta el valor simbólico del objeto, que además cobra mayor estima en la medida en que el tipo de piedra era escaso y exótico.

La artesanía lapidaria fue un rasgo notable en estas sociedades y debió haber jugado un papel importante dentro del marco de una organización social que a todas luces se va estratificando paulatinamente.

Bibliografía:
Peterson, Emil, 1984, Morteros ceremoniales: the early development and distribution of a decorated stone bowl tradition in north-west South America. In Social and Economic Organization in the Prehispanic Andes, D. L. Broman, R. L. Burger, y M. A. Rivera eds., pp. 21–31. BAR International Series, 194. Oxford.

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