El 2009 que termina ha marcado un hito en la defensa y en la recuperación del patrimonio cultural de la nación ecuatoriana. Nunca ningún gobierno ha hecho tanto por salvaguardar la esencia misma de la identidad nacional. El sacrificio de la custodia de Riobamba produjo un milagro que nadie se esperaba y que de alguna manera reveló todo el valor no pecuniario que tiene el patrimonio material e inmaterial de nuestro pueblo. La espiritualidad milenaria, materializada en una obra de arte, por los orfebres mestizos de la época colonial, produjo un símbolo vivo de lo frágiles que son nuestros valores. Frente a la codicia y al descuido que caracteriza a la otra parte de nosotros mismos, el patrimonio comienza recién a verse protegido. El Decreto de Emergencia Patrimonial hizo en un año lo que el estado no había hecho en casi 180 años de vida republicana. Se ha empezado por fin a elaborar seriamente el inventario de los recursos patrimoniales, se han registrado así 75 050 bienes, sitios, actos, usos y tradiciones que reflejan el espíritu de la nación ecuatoriana. De acuerdo a la fuente oficial, en arqueología se registraron  6671 sitios y 562 colecciones. Pero el esfuerzo iniciado no debe terminar con la emergencia de un decreto, hay que perseverar en la tarea, hay que asumir el reto de ser conscientes y constantes en el estudio y en la salvaguarda de nuestra esencia viva, pues todo y todos somos parte del patrimonio cultural de la nación. Aprendamos a diferenciarnos y a respetarnos en la unidad republicana; pues cada elemento es un eslabón fundamental en la cadena sistémica de nuestra cultura en esta primera década del siglo XXI.

La obra de la ex ministra Solís y del equipo de la Unidad de Gestión, encabezado por la arquitecta Olga Woolfson ha trazado el camino y ha lanzado el reto de continuar a recorrerlo. Esperemos que la nueva Ministra Espinoza sepa tomar la posta y seguir la senda con un equipo comprobado. Los profesionales no se improvisan y las buenas amistades no son siempre  los mejores gestores de la cuestión cultural. No hay que olvidar las lecciones de la historia reciente.

En la batalla de Madrid, durante la Guerra Civil española, cuatro columnas del ejército franquista sitiaron a la capital republicana. Los defensores de la ciudad resistieron heroicamente durante varias semanas, pero grupos fascistas que se oponían desde el interior, causaron graves bajas en el seno mismo del esfuerzo patriótico. A estos grupos se los denominó la Quinta Columna y el término se ha generalizado para designar a todos los que por sus acciones se oponen y boicotean desde el interior, a una causa común. Varios de los acontecimientos que están caracterizando a segmentos bien identificados del gobierno de la revolución ciudadana hacen pensar que una quinta columna opera desde el interior, para hacer fracasar el anhelo de cambio del presidente Correa. La corrupción, la inoperancia administrativa, la búsqueda del interés personal sobre el bien común y el desprecio de los demás son varias de las manifestaciones de esta quinta columna. Seamos cautos, estemos atentos y sepamos reconocerlos a tiempo, pues la responsabilidad siempre ha sido de todos.