Estamos “ad portas” del año de grandes celebraciones culturales habiendo sido designada la ciudad de Quito, Capital Americana de la Cultura 2011, nueva presea, además de ser “Luz de América”, de haber sido declarada en 1978 Patrimonio Cultural de la Humanidad, la primera ciudad del mundo en serlo, y que ostenta el centro histórico más grande y mejor conservado de América.

Gracias a Fonsal, que se ocupa de la revitalización y conservación del patrimonio histórico y cultural, Quito ofrece cada vez mayores tesoros renovados, no solo de su patrimonio tangible de una arquitectura monumental, entre la que descuella la iglesia de la Compañía y el convento de San Agustín con su espléndida Sala Capitular, donde se firmó el acta de la independencia, sino también del patrimonio intangible, “de los saberes y sabores”, que debemos cuidar y promocionar, como el de una ciudad donde impere la equidad, se observen las reglas de convivencia ciudadana, que han hecho de ella una isla de paz, ahora amenazada; una ciudad segura, limpia, no contaminada, que añada la joya de ser ciudad verde. Imán poderoso para el turismo internacional. Gran desafío.

Imposible en este corto espacio destacar todo lo que implica. Me limito a hacer un llamado a la opinión pública para que consciente de la labor gigantesca que Fonsal ha venido adelantando, le dé su apoyo, ahora más que nunca, cuando, de acuerdo al Código de Organización Territorial y Descentralización, se ha derogado la ley que lo había creado como entidad autónoma financiada con el 6% del impuesto a la renta. Los recursos hasta ahora destinados a la conservación y salvamento del patrimonio, serán administrados por el gobierno autónomo y descentralizado del Distrito Metropolitano de Quito, hoy en buenas y limpias manos, pero que dispondrá de un fondo congelado a su nivel de 2009, cuando en 2011, en particular, se requerirá el doble de los fondos. Solo conservar el llamado “Patrimonio Sano” requiere de crecientes recursos para actividades que benefician directamente al pueblo, que antes debía ofrecer sus productos a sol y lluvia en las calles, hoy albergado en centros comerciales subvencionados por Fonsal.

Inmensa responsabilidad para todos los habitantes de la ciudad convertida en referente cultural a nivel continental, con el encargo de dar a conocer a propios y extraños todos los tesoros tangibles e intangibles de su patrimonio, que van más allá del centro histórico, ofreciendo no un gran museo muerto sino un patrimonio vivo, que hay que aprender a valorar, conservar e incrementar como algo propio. Además, este año en que Quito será capital de la cultura, será ocasión propicia para dar especial relieve a la conmemoración en diciembre del bicentenario de la instalación del Congreso Constituyente o Soberano Congreso de Quito, que el 11 de ese mes proclamó la independencia del estado de Quito, y el 15 de febrero de 1812 proclamó el “Pacto Solemne”, la primera constitución de emancipación de todos los territorios de la hoy República del Ecuador, primera en América española.

Fuente: El Telégrafo