Editorial: ¿En Dónde estaban los profesionales? |
Escrito por Gaëtan Juillard |
Lunes, 18 de Mayo de 2009 18:18 |
Hace un poco más de dos años nacía Arqueología Ecuatoriana, luego del II Congreso de Antropología y Arqueología, realizado en Quito en noviembre del 2006. La constatación expresada en ese entonces por el conjunto de los participantes era simple: la arqueología ecuatoriana no dispone de un espacio de discusión, de divulgación y de intercambio con la cuidadanía, razón por la cual se encuentra a menudo relegada a la trastienda de la política cultural del país.
Desde ese entonces, hemos avanzado abriendo camino, acompañando a la arqueología del país hacia su renovación. Hemos vencido obstáculos, el equipo que anima el portal ha cambiado y se ha reestructurado… Fenómeno idéntico a lo ocurido con la arqueología del país: la creación del Ministerio de Cultura, el decreto de la declaratoria de Emergencia del Patrimonio Nacional, la lucha contra el tráfico de bienes culturales, etc. Queda todavía tanto por hacer… Mantener el sitio al día y tenerles informados de la actualidad no es cosa fácil ya que nuestro equipo es pequeño. Hemos tratado de implementar los instrumentos necesarios a la comunidad arqueológica para maximizar su alcance en la opinión pública, se ha tratado de interpelar a los poderes públicos y darle el lugar que se merece a la historia antigua del Ecuador. Hoy en día contamos con una fuerte acogida en la red electrónica, con más de 10,000 visitantes al mes. Somos asimismo conocidos tanto en la comunidad científica nacional — desde luego —, como entre los investigadores internacionales. Pero esto no es suficiente. Las personas que participan en las discusiones abiertas en los foros, colocan y responden a los comentarios, etc. son siempre las mismas. Pocos son los colegas que quieren compartir su información y nos envían sus manuscritos, sus tesis, o sus informes de actividades. Persisten los problemas endémicos de la comunidad arqueológica ecuatoriana, conocidos y estigmatizados por el conjunto de los actores implicados. Este sitio es el fiel reflejo de esta situación. Más visible, y por ende, más flagrante. Sin lugar a dudas, algunos dirán que es importante disimular la información al público por obvias razones de seguridad y de propiedad intelectual (en el Ecuador, el plagio es desgraciadamente un problema grave, frente al cual es preciso estar prevenido). No obstante, en muchos países, la información científica está a la disposición de todos, en el marco del respeto de la propiedad intelectual, ¿por qué no es éste el caso aquí? Por otro lado, sin comunicación existe la posibilidad de una protección y defensa eficientes del patrimonio, pues los ciudadanos no están informados, e "imaginan" o "fantasean" acerca de misteriosos los trabajos que llevamos a cabo en el más gran secreto. Los partidarios de una "no-difusión", o "no-publicación" de informes, inventarios u otros tipos de manuscritos, alimentan la sospecha del público, y desacreditan el trabajo del conjunto de los investigadores: “Si ocultan sus descubrimientos, es seguramente porque esto les trae grandes ganancias… y no quieren compartirlas con nosotros…” Una tal visión de la ciencia y de nuestra disciplina es perjudicial para todos. Quien no conoce no puede entender, y por ende, proteger y valorizar su propio patrimonio. La educación a la cultura y al patrimonio (natural o cultural) pasa ineludiblemente por la divulgación y la publicación de los resultados de prospecciones y excavaciones. ¿Es acaso el malestar de otra naturaleza?, ¿Más profundo? ¿Acaso la publicación y la difusión de los resultados de las investigaciones pone sobre el tapete quizás el problema de la calidad de estos trabajos? ¿Por qué es tan difícil obtener aunque sea una lista de los proyectos que se ejecutan actualmente en el país, o de sus informes? ni hablar de los inventarios… Al rehusarse a presentar sus trabajos a sus pares, un científico infringe el código deontológico de su profesión. Pues evita así plegarse a su juicio, a sus comentarios y a su veredicto. Negarse a presentar sus trabajos se evita también el auto-cuestionamiento, el deber de informarse y documentarse permanentemente. Ser investigador es, al contrario, los pares tengan sobre nuestro trabajo la libertad de pensar, imaginar y criticar.. "Desde hace siglos, los universitarios se gobiernan entre ellos. Es verdad, esto puede parecer raro. Pero ¿quién evaluará la investigación de los astrónomos, de los físicos, de los médicos, de los psicólogos, los historiadores, de los exegetas, de la princesa de Clèves, etc. sino los demás astrónomos, físicos, médicos, psicólogos, historiadores, exegetas?" (Jean Pierre Dufoyer, Le Monde.fr, Opinions, 04/02/2009). Recientemente, este estado de hecho salió a la plena luz durante el III Congreso de Antropología y Arqueología, realizado en Guayaquil. ¿En dónde estaban los profesionales de la disciplina? Si bien una moción, escrita por algunos investigadores fue leída a puertas cerradas al Comité, explicando a la vez el boicot y la desconfianza hacia la organización del congreso, la ciencia no debe prestarse a juegos de política politiquera. Oponerse no implica necesariamente boicotear. La ciencia es transmisión de saberes y conocimientos, y al igual que cualquier otra actividad social o cultural, está integralmente atravesada por lo político. Ser un investigador es conocer estos problemas y actuar en consecuencia, sin dejarse llevar por las luchas de poder. Debemos atravernos a defender nuestro punto de vista con convicción, apuntalándolo con una argumentación razonada. Es un deber del científico iluminar las acciones de sus conciudadanos, ofreciendoles instrumentos que les permitan elegir entres las opciones. Fue por esta razón que desde el principio, este portal abrió sus puertas a todas las voces de la arqueología ecuatoriana, sin importar su origen. Los científicos buscan el conocimiento, el verdadero conocimiento. Nos guste o no nos guste. Útil hoy o quizá mañana. El conocimiento debe estar al alcance de todos los ciudadanos, pues son ellos quienes hacen suya, construyen y reconstruyen la cultura. Es aquí una de las más grandes responsabilidades de los arqueólogos. El sistema cultural ecuatoriano está viviendo profundos cambios desde la elección del presidente Rafael Correa. El esfuerzo de múltiples instituciones que trabajan para el patrimonio cultural se intensifica. La unidad de gestión del decreto de emergencia trata de colmar el enorme retraso que vive el país. Un año de labores y 30 millones no serán suficientes. Pero vemos ahí una señal anunciadora: la maquinaria está en marcha – aunque con dificultades – pero ella no se detendrá. Arqueología Ecuatoriana también debe cambiar. Para continuar con su misión de portavoz: transmitir y difundir el conocimiento para no dejar a las culturas precolombinas en las vitrinas polvorientas de museos olvidados. Y tener la audacia de enseñarlo. En los próximos meses el sitio se transformará para responder mejor a las expectativas de nuestros lectores. Estaremos firmemente volteados hacia el futuro de la ciencia, que es también un poco el de la humanidad: un grafismo más afinado, más claro y más legible, un acceso al contenido más intuitivo, formularios de sumisión de manuscritos más simples para que la barrera de la tecnología no sea un obstáculo a la publicación de sus textos y documentos. Permítannos concluir esta nota agradeciendo a todos aquellos quienes han colaborado y nutrido las discusiones lanzadas desde este sitio, entregando informes, mapas y tesis a la disponibilidad de todos. Les rogamos continuar ya que sin ustedes este portal sería sólo letra muerta. Nada de lo que hemos logrado hubiese sido posible sin su colaboración. A los demás, insistimos en que este espacio suyo. Utilícenlo. Hagan escuchar su voz. Más... Para discutir estos temas, hemos abiertos un espacio de discusión en nuestros foros. |
Última actualización el Jueves, 05 de Noviembre de 2009 11:05 |
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