La arqueología es una ciencia histórica.
La arqueología en general, es una ciencia histórica que demanda del apoyo de otras disciplinas científicas, puesto que intenta reconstruir el complejo escenario de los procesos sociales vividos por la humanidad. Mientras que en términos particulares, busca ordenar los acontecimientos sucedidos en un espacio concreto, a partir de las huellas materiales, siempre incompletas que han dejado los diferentes pueblos, en un tiempo determinado de su existencia; o también, a lo largo de los sucesivos cambios impuestos por la dinámica con la que se construye una identidad cultural, sujeta a la imposición de pueblos que dominan un espacio de vida, siendo a su vez dominados por otros, los cuales también pueden sucumbir ante la presencia de nuevas entidades étnicas.
Por otro lado, los paisajes culturales que se superponen o conviven con los paisajes naturales, dentro de un territorio en particular, señala los momentos de cambio y las permanencias en el tiempo, tanto de los actores sociales como de los acontecimientos históricos, que, deben ser entendidos a través de la lectura ordenada de todos y cada uno de los componentes físicos, ambientales y culturales predominantes en el espacio estudiado, sin dar oportunidad a que las interpretaciones prejuiciadas se interpongan a las realidades concretas.
Por lo que, cuando hablamos de arqueología, nos referimos a un cuerpo coherente de conceptos, métodos y técnicas de trabajo, que tienen que tener el respaldo de otras disciplinas, tales como la geología y la geografía, por citar dos ejemplos, a partir de las cuales el investigador realiza una primera aproximación a los restos del pasado, claro está, cuando los mismos se hallan presentes en el terreno intervenido. Es decir, cuando los vestigios no sólo son visibles y clasificables, sino que además, representan un conjunto de evidencias que en su entorno natural, pueden ser la respuesta a los cambios que se observan en el paisaje, el mismo que tiene que estudiarse simultáneamente, para comprender la naturaleza y articulación de sus partes con aquellos de origen cultural.
Se trata por lo mismo, de una operación que de partida exige una aproximación a la composición geológica de cada sitio, vinculada con la comprensión de los aspectos topográficos, hídricos, de flora y fauna, clima y demás características ambientales. De suerte que sólo después viene el estudio de los vestigios propiamente dichos, cuyas especificidades suelen constituir, las respuestas que proponen los grupos humanos asentados en ese lugar, frente a las necesidades o exigencia impuestas por el medio.
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