A comienzos de 2010 a través de la lista de arqueología Cuba Arqueológica en el espacio virtual, se puso de manifiesto -principalmente desde los colegas cubanos- el expreso interés de crear y sistematizar una unión que represente los intereses profesionales de los arqueólogos latinoamericanos y caribeños. Ampliamente suscrita por los arqueólogos participantes, se propone de este modo la convocatoria a una primera reunión que canalice la efectivización de una organización con base en un sentimiento de fraternidad latinoamericanista y caribeña. Todo esto a los fines de garantizar un espacio para el libre debate de los problemas derivados del conocimiento producido, el ejercicio profesional y las responsabilidades para con el patrimonio que nos involucra y a la sociedad en la que estamos inmersos.

La creación de la Unión de Arqueólogos Latinoamericanos y del Caribe (UALC) se manifiesta en un  proyecto donde de alguna manera se constituya un espacio de encuentro, apoyo, consulta y solidaridad sin que prevalezcan obstáculos de origen étnico, económico o de género ni tampoco se evalúe el tamaño o la situación geográfica o económica de cada Nación miembro e independientemente también de la vida política que cada país haya escogido. Buscamos la mancomunión bajo la consigna de que los latinoamericanos y caribeños donde quiera que estemos aboguemos por la unidad de nuestras naciones y por la defensa de nuestra identidad, nuestra historia y nuestro patrimonio.

Si bien existen numerosas organizaciones de arqueólogos, muchas de renombre mundial y muchas más particulares de cada país, Latinoamérica y el Caribe nunca pudieron concretar espacios de confluencia comunes. Aún con la irrupción de la llamada Arqueología Social Latinoamericana con su rebelde y novedoso cuerpo de propuestas acerca de la creación de teorías sociales propias de nuestras regiones y sobre todo desde nuestras regiones, la creación de un organismo formal con el enorme peso de la fuerza de la unión supranacional está pendiente. No se pretende a través de este emprendimiento buscar una forma de globalización a escala regional, es decir homogeneizar diferencias históricas, naturales y por supuesto saludables en nuestros pueblos. Se pretende por el contrario mediante puentes solidarios y reciprocitarios aunar fuerzas en la consolidación de una América profunda y descolonizada capaz de proyectarse y construirse a sí misma desde los lazos históricos y cosmologías comunes que sean factibles de unirse sin avasallar las diferencias intrínsecas.

El conocimiento del pasado de América permite introducirnos en las entrañas de un continente que ha sufrido y sufre conquistas y colonizaciones de diferente naturaleza que recorren todo el espectro desde lo coercitivo hasta lo ideológico. Este pasado justamente es el que nos provee de los materiales para tender los puentes de historias comunes y buscar, con ello, los destellos de identidades propias nacidas en estas tierras. He aquí una gran tarea de los arqueólogos quitando las capas de sedimento estático para traer el pasado hasta el dinámico presente y proyectarlo más allá en los confines del futuro. No es una tarea individual y solitaria ni tampoco que atañe sólo a nuestra disciplina científica. Muchos saberes dispersos por todo el continente aguardan y exigen sumarse a esta tarea. La creación de la Unión de Arqueólogos de Latinoamérica y el Caribe intenta caminar esa senda de fraternidad y apertura. Es necesario atender a necesidades comunes a nuestras regiones en cuanto a la práctica arqueológica y enfrentar los  problemas regionales o aún locales que pudieran o requieran ser difundidos, debatidos, y trabajados de manera colectiva.

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